jueves, 9 de diciembre de 2010

K42

foto: bichillorunner canarias
 
Tras dos meses de preparación junto a mi primo para la trans, decidí debutarme en la k42 gran canaria, no solo era mi primera carrera sino que además seria la primera vez que correría una distancia de 44km sin parar. Antes de esos dos meses no había hecho mucho ejercicio, por no decir prácticamente nada, aun así me atreví a dar el paso.
Muchos me recomendaron que no la hiciera hasta que no estuviera más preparado, pero, hice caso omiso y me lancé a la aventura. El 3 de abril llegó mi momento, y los nervios me comían de arriba abajo, no sabia en lo que me metía.
Observaba a todos los participantes, y más miedo me daba el estar allí. Mi primo que me calmaba tras realizar la transgrancanaria sur-norte de este mismo año no podía consolarme pues, mi cabeza me decía que no se que hacia allí. El momento de la gran salida llegaba, y la tensión se notaba cada vez más fuerte, me imaginaba entrando en la meta y eso me ayudó a no retirarme.
foto: Alberto R. Cardona
La  cuenta atrás empezó y veía a mi alrededor a todos los participantes ansiosos, dando saltitos y yo sin saber que hacia. El cero llego y la salida comenzó, todos corrían mientras un helicóptero a baja altura nos sacaba fotos. Empecé manteniendo el ritmo mientras mi primo poco a poco se marchaba quedándome atrás, ahí fue cuando mi único objetivo seria acabar aquella carrera.
Después  de unos 500 metros entramos en tierra, la subida del barranco hacia la machacadora y posteriormente hacia arteara. Me sentía muy bien, muy cómodo, algunos corredores que me adelantaban me daban ánimos y más ganas me daban de seguir. Tras pasar la machacadora estaban esperándome familiares, en especial mi prima (cris) que animaba a mi primo y a mí, y un gran amigo (tomas), que no cesaron en toda la carrera de apoyar.
Alcé la mirada y veía en la lejanía a los primeros subiendo a lo lejos el camino de arteara, pero aun así no me desmotive seguí a mi ritmo ‘’al golpito’’, llegando al primer avituallamiento en una hora y 33 minutos. Recuerdo que pase el chip y le di ánimos a un compañero de la modalidad de 21km y el me contesto que más ánimos para mi, que me quedaba la parte más dura.
No me mentía, tras pasar el primer avituallamiento me encontré un grupo de la organización indicándome hacia la izquierda la mega subida de arteara. Nunca antes había visto esa parte del tramo, así que me arme de valor y comencé a subir, mi sorpresa fue que hubo partes en las que  tenia que apoyarme en el suelo para poder seguir subiendo. La cima parecía cerca y una vez en ella el llano llegó, pero no por mucho otra subida nos esperaba.
Superadas ambas subidas el camino del diablo así es conocido, era una alternancia de grandes llanos, pequeñas subida y, bajadas entrelazadas. Lo único que me rondaba la cabeza era el poder terminar antes del cierre de meta, pero una vez llegué al segundo avituallamiento, me refresque con fanta de fresa y me animaron los miembros de aquel avituallamiento. La bajada a Ayagaures llegó y mi cuerpo empezó a darlo todo (dentro de mis posibilidades de entonces). La bajada fue rápida, pues quería sacar algo de ventaja  a los corredores que venían detrás desde la subida, y así fue. Veía Ayagaures a lo lejos a la vez que bajaba el camino de la manzanilla hacia la presa de las Gambuesas.  Allí me esperaba mi apoyo, era el último avituallamiento antes de la meta y antes del duro barranco de los Vicentillos. Me encontraba muy bien físicamente, con ganas de seguir y llegar. Llegado al barranco de los Vicentillos después de subir el último repecho mi ritmo y mi cuerpo comenzó a fallarme, los dolores y molestias físicas me mataban, pero una vez allí dentro había que salir terminando el barranco, pues era imposible que nadie me ayudara allí.

Era el último esfuerzo, apenas pude correr, las piedras me destrozaban los tobillos, aun así ese tramo si lo conocía y pude mantener la cabeza firme hasta llegar a la parte de tierra a dos kilómetros de meta. Empecé a correr nuevamente hasta ver la meta de lejos, mis piernas temblaban ya de emoción, el reto estaba apunto de ser superado. Podía escuchar la megafonía de la organización de algunos corredores que llegaban antes que yo, mientras salía del barranco. Todos los que allí estaban me gritaban para darme el último empujón para entrar en la meta. Llegaba, y las lágrimas se dejaban ver en mis ojos de la emoción al ver a mi familia. Entre en meta y me derrumbe unos segundos con mi medalla finisher en el cuello, sin asimilar que había logrado, fue mi inicio en este deporte. No pude hacerlo sin el apoyo; de mi primo y compañero Rayco, mi prima y apoyo Cristina, mi amigo Tomas, y demás familia que aguanto mis 6 horas y 59 para verme alcanzar mi objetivo, muchas gracias equipo.







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